Aquí  hay un dominio especial sobre nosotros las personas que somos salvas. El ha llegado a ser nuestro Señor muriendo por nosotros y resucitando otra vez. El nos libero de nuestra pena de muerte. El  nos ha hecho libres del poder del pecado y sus consecuencias. Por su resurrección El ha establecido una relación con nosotros hasta que El nos llame a estar en la casa con El en el cielo.

Este extensivo dominio soberano es  expresado por Pablo en estas palabras: ¨Si nosotros creemos, nosotros vivimos para el Señor; y si nosotros morimos, nosotros morimos para el Señor, así pues, sea que vivamos, o muramos, del Señor somos. Por esta misma razón, Cristo para esto murió y retorno a la vida para que El pueda ser el Señor de ambos de los muertos y de los vivos¨ (Romanos 14:8-9).

Hay un consuelo extraordinario en estas palabras para todos quienes conocen a Jesús como su Señor. Si nosotros vivimos, nosotros vivimos para el Señor. Si nosotros morimos, nosotros morimos para el Señor. El es el Maestro de los dos. Nosotros pertenecemos a El sea que nosotros vivamos o sea que nosotros muramos. El único consuelo y la seguridad en esta vida es que nosotros pertenecemos a El. Nosotros podemos confiar en Jesucristo para  que sea sabio y totalmente soberano en cualquier cosa que venga a nuestra vida y en cualquier manera y en el tiempo  que pueda venir. Esto es verdad sea que nosotros estemos vivos o aún cuando nosotros nos morimos. Jesucristo es Señor; El es soberano.

Mi deseo en la vida, es que Jesús  será en la practica Señor de cada pensamiento y acción en mis razonamientos, en mi escritura, en mi hablar, en mis motivos y mis acciones. Yo quiero que El sea el Señor en todo lo que hay en mí.

Yo he tenido personas en varias ocasiones que me dicen que ellos no permitirán a nadie tener ese tipo de poder sobre sus vidas. Yo puedo decir verdaderamente que yo no permitiría a cualquiera pero si al Señor Jesús tener esa soberanía sobre mi vida. Si, yo puedo confiar en El como soberano Señor sobre mi vida porque El es Dios.

Las implicaciones de tal compromiso a Cristo son asombrosas. Este es el mensaje central de la Biblia. Es el objetivo de la historia. ¨Jesús es Señor para la gloria de Dios el Padre¨ (Fil. 2:11). Jesucristo tiene el derecho de ser el Señor de toda mi vida.

Desde  que la sangre preciosa de Jesucristo me redimió  no hay parte de mí que no haya sido totalmente comprada. Yo no soy más mi propio jefe. Cristo posee mi corazón para sentir su amor y amar su mundo. Cristo  posee mi mente para pensar sus pensamientos. Cristo posee mis ojos para ver su mundo. Cristo posee mis manos para sentir, tocar, y hacer su voluntad en su servicio. El posee mis pies para ir  a donde El me manda a hacer su voluntad. El posee mi persona entera para sentir su encanto  e irradiar a su persona.

Usted  puede ver, que yo pertenezco a El, Yo soy de El por toda la eternidad. Es que ya no vivo yo, más Cristo vive en mí para hacer su trabajo para su gloria. ¨La vida que ahora vivo en la carne, yo la vivo en la fe del Hijo de Dios, el cuál me amó y se entregó a sí mismo por mí. (Gálatas 2:20)

Hay una sola persona que tiene el derecho de poseernos porque El murió por nosotros. Porque El resucito de la muerte. El ahora puede tener y poseer nuestras personalidades por su Espíritu Santo. El vive otra vez en nosotros.

¿Hay alguna área de su vida que no esta rendida a El? Esa es el área más peligrosa de su vida. Hudson Taylor dijo correctamente, ¨Jesucristo es Señor  en todo  o El no es Señor en todo¨.

El contrario de una vida egocéntrica es una vida de Cristo-Centro. Una vida que no pertenece a Cristo esta abierta al diablo. Dios nos creó para su propia posesión. ¿A quién escojo yo para ser el Señor soberano de mi vida?